Leyendas 2

LA LEYENDA DEL ÑANDÚ
Hace muchos, muchísimos años, habitaba en tierras mendocinas una gran tribu de indígenas muy buenos, hospitalarios y trabajadores.
 Ellos vivían en paz, pero un buen día se enteraron que del otro lado de la cordillera y desde el norte de la región se acercaban aborígenes feroces, guerreros, muy malos.
Pronto, los invasores rodearon la tribu de los indios buenos, quienes decidieron pedir ayuda a un pueblo amigo que vivía en el este.
Pero para llevar la noticia, era necesario pasar a través del cerco de los invasores, y ninguno se animaba a hacerlo.
Por fin, un muchacho como de veinte años, fuerte y ágil, que se había casado con una joven de su tribu no hacía más de un mes, se presentó ante su jefe, resuelto a todo, se ofreció a intentar la aventura, y después de recibir una cariñosa despedida de toda la tribu, muy de madrugada, partió en compañía de su esposa.
 Marchando con el incansable trotecito indígena, marido y mujer no encontraron sino hasta el segundo día, las avanzadas enemigas.
Sin separarse ni por un momento y confiados en sus ágiles piernas, corrían, saltaban, evitaban los lazos y boleadoras que los invasores les lanzaban.
Perseguidos cada vez de más cerca por los feroces guerreros, siguieron corriendo siempre, aunque muy cansados, hacia el naciente.
Y cuando parecía que ya iban a ser atrapados, comenzaron a sentirse más livianos; de pronto se transformaban.
 Las piernas se hacían más delgadas, los brazos se convertían en alas, el cuerpo se les cubría de plumas. Los rasgos humanos de los dos jóvenes desaparecieron, para dar lugar a las esbeltas formas de dos aves de gran tamaño: quedaron convertidos en lo que, con el tiempo. se llamó ñandú. 
A toda velocidad, dejando muy atrás a sus perseguidores, llegaron a la tribu de sus amigos.
 Éstos, alertados, tomaron sus armas y se  pusieron en marcha rápidamente.
Sorprendieron a los invasores por delante y por detrás. y los derrotaron, obligándolos a regresar  a sus tierras.
Y así cuenta la leyenda que fue como apareció el ñandú sobre la Tierra.


Leyenda de la Niña Encantada 

En una laguna de Los Molles, Malargüe (Mendoza) surge la leyenda de La Niña Encantada. La historia de una hermosísima indiecita mapuche enamorada, que llenó de misterio este lugar, y la naturaleza sabiamente, equilibró en perfecta armonía de colores, sonidos, perfumes y paisaje. Hacemos una transcripción del libro Leyendas Mendocinas de Jorge Julio Ammar, docente mendocino, que escribió una serie de libros relacionados con este género literario.




La niña encantada
Había una vez, una hermosísima princesa indígena que se llamaba Elcha. Su belleza era realmente llamativa y, por su puesto, era la alegría de toda la tribu.
Por aquel entonces, la tribu de Elcha estaba enfrentada a otra tribu vecina en la que vivía un joven indio que había crecido en amistad y compañerismo con la princesita.
A medida que pasaba el tiempo, esa amistad fue convirtiéndose en verdadero amor, un amor sólido – como la roca de las serranías que les servían de abrigo – y puro – como las aguas surgentes que corrían por los valles cordilleranos.
La bruja de la tribu, ante la animosidad que presentaban las familias, sugirió al cacique  que la mejor manera de detener la beligerancia que existía, era casando a Elcha con un hijo del cacique de la tribu vecina.
Ambos caciques se reunieron y se pusieron de acuerdo, fijándose la fecha del enlace para la próxima luna nueva.
Elcha fue informada de la decisión de su padre. Ante ello, en la noche anterior a la boda el joven indio tomó dos caballos de su tribu y escaparon velozmente hacia el norte.
De inmediato, ante la huida, las dos tribus se aprestaron a una persecución ara que se cumpliera el designio de los caciques,
Era noche de tormenta. Comenzó a llover. Los perseguidores acortaban la distancia que los separaban de los fugitivos.
En un momento, los jóvenes entendieron que habían extraviado el camino y siguieron adelante hasta que un abrupto corte les cerró el paso. Hacia abajo, en el precipicio, solo se divisaba el espejo de una pequeña laguna en la que se reflejaban los rayos y relámpagos de la tormenta que estaba encima de ellos.
Miraron hacia atrás y la luz de un relámpago iluminó a los perseguidores que ya estaban muy cerca.
Elcha y el joven no lo pensaron y decidieron arrojarse al agua.
La primera en llegar y asomarse a la laguna fue la bruja y el en instante en que lo hizo un poderoso rayo descargó sobre ella toda su enero  dejándola petrificada allí.
El resto de los perseguidores se acercaron temerosos y vieron reflejada en la superficie de la laguna la imagen de Elcha,
Desde entonces y hasta hoy, tanto la bruja petrificada y la imagen de Elcha se pueden distinguir perfectamente y por eso que los lugareños bautizaron a ese espejo de agua como “La laguna de la Niña Encantada”.
Elcha, en lengua mapuche significa espejo.